sábado. 04.05.2024

Joaquín de la Jara Carretero nació el 15 de octubre de 1809 en Aldea del Rey. Hijo de José de la Jara Alañón (natural de Ballesteros) y de María Carretero López de San Juan (natural de Valenzuela). Su padre era leñador y todos los días con sus dos burros, cargados de troncos, venía a Almagro a venderlos. La humildad de la familia quedó como una impronta perenne en la forma de ser del fraile agustino.

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Asistió a la escuela local con el Maestro Eugenio M. Navas.

Con catorce años ingresó como novicio en el Convento de San Agustín de Almagro. Allí aprendió las primeras bases del oficio eclesiástico, influido por la obra del Padre Loreto, natural de Almagro. En ese monasterio tomó el hábito el 15 de octubre de 1824 y se ordenó el 22 de abril del año siguiente, por lo que su aprendizaje sólo duró año y medio.

El novicio depositó sus votos en el Rector del Colegio, fray Juan Barba del Carmen, y fue su maestro el Padre Vicente Gómez de San Miguel.

Joaquín de la Jara recibió las Órdenes Menores  en la Iglesia de los Góngoras en Madrid, el 17 de septiembre de 1830; realizó el Subdiaconado en Úcles (Cuenca), el Diaconado en el Convento del Campillo de Altobuey (Cuenca). Se ordenaría sacerdote el 15 de marzo de 1834 en Sevilla; ejerciendo este mismo año como maestro de estudiantes y recibió licencia para confesar a los religiosos.

El Padre Joaquín de la Jara regresó a Almagro en 1834, donde ejerció de Profesor de Humanidades. Con el inicio de la revolución liberal, una parte de los agustinos del citado monasterio fueron implicados en los levantamientos carlistas de 1835, razón por la cual el gobierno confiscó sus bienes y cerró el convento, aplicándole las medidas desamortizadoras de Mendizábal.

El padre Joaquín de la Jara, al igual que sus compañeros, tuvo que exclaustrarse y fue expulsado de Almagro. Con algunos de ellos mantuvo su amistad hasta el final de su vida, caso del párroco de Madre de Dios, José Borondo, y del arcipreste de San Bartolomé, Julián Martínez.

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Tras su salida de Almagro, comenzó a desempeñar el cargo de cura y mayordomo de la Iglesia de Granátula de Calatrava. Pasados diez años, fue nombrado cura teniente, por lo que volvió a Almagro adscrito a la Parroquia a de San Bartolomé en enero de 1850. Durante los quince años que fue párroco de Granátula visitaba periódicamente su ciudad natal, Aldea del Rey, donde sus sermones tenían muy buena acogida.

Gracias a un amigo de la infancia, tenemos una descripción del padre Joaquín de la Jara:

 “De estatura regular, fornido sin ser gordo, cráneo bastante abultado, frente ancha, poblada cejas y cabello abundante y fuerte. Usaba lentes porque era miope. Vestía muy modestamente siempre igual: no me acuerdo haberle visto más que un solo vestido; la sotana, el manteo y el sombrero de teja. Nada de solideo, ni de cintas, borlas, etc. No llevaba manchas, porque era limpio, pero no se cuidaba de lo exterior. Para salir se colgaba del manteo según caía, muchas veces de medio lado, se colocaba el sombrero de teja un poquito echado para tras, de modo que dejaba ver el nacimiento del cabello en su espaciosa frente, y allá iba con paso natural, como siempre, ni de prisa ni despacio, con aire tranquilo”.

En 1859 fue nombrado cura teniente de la Parroquia de San Lorenzo de Madrid y en 1862 fue designado definidor con el ánimo de reconstruir la extinguida provincia de Santo Tomás de Villanueva, a la que estaba adscrito el antiguo Convento de Almagro.

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La realidad es que el edificio conventual había sido adquirido por Raimundo Gago y Ángela Gómez en la cantidad de 900.000 reales de vellón, pagado en títulos de la deuda pública, por escritura dada en mayo de 1843. Aunque el padre Joaquín de Jara tuvo el apoyo de los vecinos de Almagro, los obstáculos debieron ser muchos  por lo que el edificio no fue de nuevo cedido a la comunidad agustina, y por tanto el convento no se reabrió.

En 1864 fue trasladado a las Islas Canarias. En 1870 regresa a la Península, como confesor de las Carmelitas Descalzas de Madrid y ese mismo año fue nombrado cura ecónomo de la Parroquia de Santa María del Prado de Ciudad Real, fiscal de la Vicaría eclesiástica de Ciudad Real y definidor general.

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Falleció en Almagro el 6 de agosto de 1880. En su testamento, ante el notario local Don Basilio Gil Roselló, dejó ordenado que se le diera a la “luminaria del Santísimo” una libra de cera, que se dijeran cincuenta misas por su alma y limosna de ocho reales en cada una. Dejó nombrado por su “universal heredero y albacea universal a Don Alejandro Laguna López”.

Considerado como el historiador de la Virgen del Prado de Ciudad Real y un poeta de Almagro, entre sus obras tenemos:

- “Historia de la imagen de Nuestra Señora del Prado, fundadora y Patrona de Ciudad-Real, en la que se resumen como pertenecientes á ella, sucesos muy notables de la General de España, y particularmente de la dicha capital y su provincia”. Ciudad-Real (1880).

- “Almagro y Ntra. Sra. de las Nieves”. La Voz de Almagro (1887).

- “La Santa Imagen de Ntra. Sra. del Prado de Ciudad-Real en Aragón y en los palacios y campamentos reales”. Revista Católica de Ciudad-Real (1880).

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FUENTES:

FABO, Fray Pedro (1915): “Un sabio del siglo XIX”, en “La Ciudad de Dios”, revista de los agustinos de San Lorenzo del Escorial, nº 101, Madrid.

HERVÁS Y BUENDÍA, Inocente (1899): “Diccionario histórico-geográfico de la provincia de Ciudad-Real”.  En https://patrimoniodigital.ucm.es/s/patrimonio/item/481411

https://elsayon.blogspot.com/2022/08/un-historiador-de-la-virgen-del-prado-r.html

http://www.hermandadoretoyzuqueca.es/

UserFiles/documentos/ficheros/feria_y_fiestas_2019.pdf

Archivo Parroquial de San Jorge Mártir de Aldea del Rey. Libro de Bautismos (1809-1820), folio 9

Archivo Parroquial de Santa Ana de Granátula de Calatrava. Libro de Bautismos (1834-1842), folio 187-v.

Archivo Parroquial de San Bartolomé de Almagro. Libro de Defunciones (1878-1882), folios 100 y 100-v.

PERSONAJES Y LUGARES: fray Joaquín de la Jara de Santa Teresa