El Monasterio de Santa Clara fue fundado por la alcazareña Sor Francisca de la Cruz, aprovechando la existencia de la Ermita de la Purísima Concepción. En dicha ermita, extramuros de la localidad, se conservaba el voto del pueblo de Alcázar de San Juan a la Virgen María por la liberación por parte de ésta de dos plagas de langosta, la primera en agosto de 1470 y, años después, una segunda en 1546.
Aprovechando la existencia de la Ermita de la Purísima Concepción y con el propósito de conservar dicho voto, y con el apoyo de Sor María Fernández, conocida como “la peregrina de Cristo”, decidió solicitar la correspondiente autorización para fundar un convento. En julio de 1556 le fueron concedidos poderes a esta religiosa por parte del presbítero Fray Francisco Cortés, capellán de la Capilla del Obispo de Ávila, ante el escribano de Toledo Don Alonso de Madrid. El 1 junio de 1557 se elevó formalmente la petición al Concejo de Alcázar que ese mismo día, bajo la presidencia de sus alcaldes ordinarios Rodrigo de Sacedo y Hernando Díaz Guerrero, se reunió en la Sala Capitular del Ayuntamiento y acordaron otorgar la oportuna licencia y concederle la ermita y otros bienes anejos a ella.
Para finalizar todos los trámites faltaba la obligada autorización del Prior de la Orden de San Juan y el 20 de mayo de 1564, Jerónimo de Galoza, secretario del Gran Prior Frey Antonio de Toledo, daba en Madrid la licencia para fundar el monasterio. Tres días después, el 23 de mayo, Sor Francisca de la Cruz, junto a Sor María Ortega y Sor Luisa de la Ascensión, tomaban posesión de la ermita, que se convirtió en la iglesia del nuevo monasterio que de inmediato se edificó junto a ella.
En 1565 la Orden Franciscana dio a estas religiosas la Regla Terciaria Franciscana sin velo, pero veintiséis años después, en aplicación de los decretos sobre la clausura en los monasterios emanados del Concilio de Trento, el Capítulo Provincial de la Orden celebrado en Belmonte la modificó, dándoles la Segunda Orden Franciscana, Regla de Santa Clara. Regla que les fue de aplicación a partir de 1591, tras unos meses de instrucción a cargo de religiosas llegadas de la Comunidad de Clarisas de Huete (Cuenca).
El nuevo monasterio que recibió el nombre de Monasterio de la Concepción, aunque era más conocido entre los alcazareños como “de las monjas Clarisas”, prosperó rápidamente gracias a las abundantes ayudas de todo tipo que desde el primer momento recibió. En pocos años llegó a tener más de ochenta religiosas y en él profesaron mujeres de las más arraigadas e importantes familias de Alcázar y de otros pueblos y villas del Priorato.
A principios del siglo XVII era tan elevado el número de religiosas que moraban en el Monasterio de la Concepción que Doña María Díaz Pedroche, virtuosa dama alcazareña devota de San Francisco, les cede su casa solariega para fundar en ella un segundo monasterio de la Regla de Santa Clara; la licencia para esta fundación les fue concedida por la Orden Franciscana el 2 de noviembre de 1601. Con esta licencia en su poder se dirigieron al Gran Prior de la Orden de San Juan, Príncipe Enmanuel Filiberto, para solicitar la correspondiente autorización, que les fue concedida por su Lugarteniente Frey Don Antonio de Toledo el 28 de enero de 1602.
El 23 de mayo de ese mismo año tomó posesión de la casa de Doña María Díaz Pedroche el Provincial de la Orden Franciscana, que designó a Fray Calixto Cantero como primer Vicario y a Sor María de Vargas como Madre Abadesa Fundadora del nuevo monasterio, quien de inmediato se instaló en su nuevo hogar junto a Sor Ana Pérez y Sor Jerónima Martínez Coronel, las tres monjas Clarisas procedentes del Monasterio de la Concepción, según la condición impuesta por Doña María.
Junto al nuevo monasterio, que se denominó Monasterio de San José por nacer bajo la protección de este santo, se construyó una pequeña iglesia, hoy desaparecida, que fue bendecida el 15 de junio de 1605.
El primer monasterio fue respetado por la desamortización de Mendizábal y por la exclaustración de 1835. Durante la segunda mitad del siglo XIX, con el impulso liberal, el 29 de noviembre de 1868 se cedió el Convento al Ministerio de la Guerra para la instalación de un cuartel.
Las tres últimas religiosas que abandonaron el Monasterio de la Concepción en 1868, fueron la Abadesa Madre Sacramento Alfaro, Sor Saturnina de la Soledad y una tercera hermana sin identificar, y fueron acogidas en el Monasterio de San José, de las Carmelitas Descalzas, en Malagón.
Como curiosidad, comentar que entre los dulces que hacían las monjas Clarisas destacaban unas deliciosas tortas de bizcocho, quizás elaboradas según la receta traída desde alguno de sus conventos en Italia. Estas tortas, que siguieron elaborándose fuera del monasterio por el personal seglar que en él trabajaba, son en la actualidad las famosas y apreciadísimas “Tortas de Alcázar”.
En 1980 el edificio del convento pasó a ser propiedad municipal. Actualmente, se ha convertido en un hotel de especial singularidad con 31 habitaciones distribuidas en torno a un patio de estilo herreriano.
La portada a la que se accede mediante seis escalones es de sillares de arenisca roja. Se trata de un arco de medio punto rematado por un frontón triangular en cuya parte central se abre una hornacina. Es de una gran sobriedad, sin ninguna profusión decorativa. Lo más destacado es el juego geométrico de las esferas de influencia escurialense.
Fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1982.
FUENTES:
https://www.turismocastillalamancha.es/patrimonio/convento-de-santa-clara-35764/
https://turismoycultura.alcazardesanjuan.es/recurso-turistico/convento-de-santa-clara/