miércoles. 24.04.2024

RAFA LÓPEZ LEÓN, exjugador y exentrenador de balonmano: “Los Ángeles 1984 es el recuerdo más triste que tengo"

A la entrevista viene en bicicleta, como buen deportista que se precie. Llega al Pabellón Puerta de Santa María, su casa deportiva, dispuesto a atender a ayeryhoynews. Puntual, atento, dispuesto a contarlo todo, Rafael López León (Ciudad Real, 1953) repasa para nuestro medio su palmarés deportivo y vital. Ha sido diploma olímpico en Moscú 1980, también participó en Los Ángeles 1984, jugador profesional de la época dorada del balonmano español, casi 90 veces internacional con la Selección Española, varias Ligas con Barcelona y Atlético de Madrid, Copas de Europa, integrante del equipo de ascenso de Caserío Vigón a División de Honor… Su palmarés está ahí, pero recalca que en la calle la mayoría de la gente le para por ser su profesor. Reconoce que no ha tenido en la educación el carisma de otros compañeros, pero para él el uso del balonmano para la enseñanza y la educación en valores también ha sido de vital importancia en su vida
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Rafa López León, en el pabellón Puerta de Santa María de Ciudad Real (Fotos: ayeryhoynews)

Pregunta.- Mucho se ha escrito y se ha hablado de ti en la época dorada del balonmano español, ¿se siente profeta en Ciudad Real y en España?

Respuesta.- Profeta no sé si es la palabra, pero me siento querido tanto en Ciudad Real como en la provincia, Castilla-La Mancha y España. Aún se me recuerda con cariño como jugador de balonmano. He tenido mi trayectoria en este deporte, sé que la gente me tiene cariño por mi entrega, compromiso, dedicación y pasión en los equipos donde he estado.

P.- Lo del balonmano, ¿te viene de familia o fue a raíz de estudiar en el colegio Marianistas?

R.- No, no me viene de familia. Mi padre era un buen jugador del fútbol, jugó en el Deportivo Manchego, quizás me dio el Adn de la actividad física y el deporte. Empecé jugando al fútbol, pero a un profesor y unos alumnos nos entró el gusanillo del balonmano.

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Rafa López León, en una de las porterías del Pabellón Puerta de Santa María (Foto: ayeryhoynews)

P.- En ese momento, ¿hubo algún profesor o entrenador que te dijera que tú destacabas y que te debías dedicar a este deporte?

R.- Creo que en aquella época no destacaba. Además, en el colegio era portero y estuve así prácticamente hasta juveniles. Luego me eché para adelante y me convertí en jugador. En mi caso creo que se unió el hecho de estar en el momento adecuado en el lugar idóneo, además de mi propio carácter perfeccionista; lo que hago lo tengo que hacer bien. Nadie me dijo vas a ser de división de honor, ni vas a estar en las olimpiadas o vas a estar en la selección absoluta, algo inimaginable para mí siendo un escolar. Lo que sí puedo destacar es el apoyo inestimable de don Gregorio Larrea en esta etapa.

En Marianistas formamos una pléyade de jugadores muy competitiva con Barreda, Cecilio y Roberto Alonso, los hermanos Martínez...

P.- En esa época de colegio e instituto, ¿comenzaste a ganar partidos, a ver que podría ser un camino por dónde dirigir tu vida?

R.- Como profesión aún no. En Ciudad Real había varios equipos de balonmano. Con Marianistas casi siempre ganábamos, me acostumbré a la victoria aunque, en mi opinión, se aprende mucho más cuando se pierde. Formamos una pléyade de jugadores muy competitiva, entre ellos José María Barreda, Cecilio y Roberto Alonso, los hermanos Martínez, Luis… Éramos un grupo de jugadores al que se le daba bien el balonmano y además nos caíamos muy bien y estábamos juntos todo el día, hicimos sectores, éramos campeones de Ciudad Real, participábamos todos los años en el campeonato de España como cadetes y juveniles. Pero de ahí a que pensase ganarme la vida en el mundo profesional del deporte nunca me lo hubiese imaginado.

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En la entrevista con ayeryhoynews en el hotel Guadiana (Foto: ayeryhoynews)

P.- Tras el instituto inicias la carrera de Magisterio ¿no?

R.- A los 18 comencé Magisterio, me gustaba la Educación. Mi padre me dijo que era eso o trabajar en banca o ser militar. Pero lo de magisterio me encantó, fue el otro pilar de mi vida. En la Universidad continué jugando al balonmano, el primer curso continué con los Marianistas pero ya el resto participé en lo que se denominaba ‘Campeonatos Didácticos de España’. Recuerdo que jugamos dos ediciones. Gracias al profesor Jesús Molina que hizo un equipo muy bueno y que personalmente me ayudó.

P.- Tras Magisterio, te marchas de Ciudad Real ¿no?

R.- Sí, me marché a Madrid a estudiar INEF, yo no sabía ni qué era, pero un profesor de prácticas me lo recomendó. Como me exigían unas pruebas, dejé de fumar y otros vicios (sonríe). En Madrid tomo contacto con el balonmano nacional y también a nivel autonómico.  Comencé en Leganés a ganarme un poco la vida ya que, además de jugar, empezaba a enseñar el balonmano educativo.

En la mili jugué por primera vez en División de Honor en el CN Helios Zaragoza, estaba encantado, comencé a meter goles por todos lados 

P.- ¿Hubo algún ojeador que te viese en algún partido?

R.- Siempre hay gente que te ve en los partidos. En Madrid estaba jugando en primera división hasta que me llamaron del servicio militar con destino a Zaragoza. Un día estando en el cuartel viene a visitarme el que había sido el segundo entrenador del Atlético de Madrid, y que ahora estaba en el CN Helios de la capital aragonesa invitándome a jugar en División de Honor, club recién ascendido. Gracias a él, tuve una mili muy cómoda, se vino mi mujer a Zaragoza y pude jugar por primera vez en División de Honor. Era el año 1978-79. Estaba encantado, pletórico, comencé a meter goles por todos lados.

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Rafa López, en el graderío

P.- Tras la mili, de vuelta a Madrid para poder jugar entre los grandes…

R.- Sí. Como profesor de Educación Física tenía mi instituto en Leganés, pero como deportista llegué con la idea de jugar en el Atlético de Madrid, entonces el mejor club de balonmano, pero ellos no fueron a por mí, pese a que Juan de Dios Román, entonces entrenador, me conocía.

El ADA Jaén me ofreció la posibilidad de entrenar a diario por las tardes en Madrid y jugar los fines de semana en Jaén. El equipo subió como la espuma, nos quedamos cuartos de España en aquella época, y a partir de entonces se produjo mi ascenso profesional.

P.- ¿Ahora Juan de Dios Román se fijó en ti?

R.- Sí, pero como tengo mi carácter, decidí irme con el Barça, otro de los grandes del balonmano. Dejé el instituto y me fui a Barcelona dos temporadas ya como profesional del balonmano. Conocer este deporte a nivel profesional me enriqueció tanto personal como deportivamente. No obstante, continué dando clases en un colegio de Barcelona.  

Miguel Roca me llevó al Barça, y tuve de compañeros a la elite del balonmano español: Rivera, Pagoaga, Melo, Novoa, Calabuig...

P.- ¿Cómo era aquel Barça de balonmano, quiénes eran tus compañeros?

R.- Miguel Roca me llevó a Barcelona, ha sido un personaje importantísimo en el balonmano español, fue presidente de la IHF (Federación Internacional de Balonmano). Como entrenador tuve a Sergi Petit el segundo año, y en vestuario me acompañaban Patxi Pagoaga, de portero; el que después fue seleccionador, Valero Rivera; Juan Francisco Muñoz Melo, Nacho Novoa de lateral, Vicente Calabuig…, la elite del balonmano español. De hecho, ese año, en 1980 el balonmano español fue a la primera olimpiada, con seis jugadores del Barça. Quedamos los quintos, no era nada fácil pero la gesta resultó extraordinaria, de los mejores momentos que vivimos en aquella época.

P.- En Barcelona ganas una Copa y una Liga…

R.- Sí, el segundo año ganamos la Liga. Ellos querían que me quedase, pero me veía lejos de casa. El Atlético y Juan de Dios fueron a por mí y esta vez, era mi ilusión. Retomé de nuevo las clases de Educación Física en mi instituto de Leganés.

P.- ¿Con quién coincidiste en el Atlético?

R.- Me encontré con Juan de Dios Román de entrenador; y de jugadores a Cecilio, Manolo Nevado, Javier Reino, Miguel Cobo, Lorenzo Rico, Agustín Meliá… Recuerdo bien que me dijo Juan de Dios: “Has revolucionado el Atlético”, no sé por qué lo diría, pero el equipo se reorganizó, había ganado con el Barça y tenía mentalidad de campeón.

Como dijo Juan de Dios Román, cuando llegué al Atlético lo revolucioné, conmigo estaban Cecilio, Manolo Nevado, Miguel Cobo, Lorenzo Rico, Meliá

P.- ¿En qué sentido revolucionaste el equipo?

R.- No dejaba que los jugadores salieran mucho, que bebieran, era exigente conmigo mismo y quería que en vestuario cundiese mi ejemplo y resultó muy bien, hicimos piña. Hoy en día seguimos viéndonos y quedamos para comer. Ten en cuenta que en aquella época era gente muy joven y yo tenía 28 años.

P.- Quizá en ese tiempo no se estilaba lo del deportista sano, con una estricta dieta.

R.- No, no había nada de eso, ni lo de que comer bien te iba a hacer moverte mejor. Por eso cuando acabé Magisterio y empecé Educación Física pensé que un profesor de Educación Física no podía fumar, tenía que dar ejemplo y transmitir unos valores. Creo que eso educa mucho más que lo que puedas decir en clase. Trabajar en valores desarrolla muchas más capacidades.

En mi vida siempre he vinculado el balonmano con mi profesión como docente de Educación Física transmitiendo a los chicos unos valores y un ejemplo

P.- En 1984 fuisteis a las olimpiadas de Los Ángeles…

R.- Sí, pero aquello fue un fiasco y teníamos un equipazo. Todo salió mal a raíz de un partido y de una acción. El equipo de balonmano tenía más posibilidades de jugar la final que el baloncesto y acabó siendo al revés, y fíjate hoy en día aún se recuerda aquel triunfo del baloncesto español.

Tuvimos un partido de mala suerte, íbamos a jugar por los seis primeros con opción de medalla, pero un gol de Jilsen de Suecia, acabado el tiempo, con la barrera puesta, tiró, dio y se metió entre el poste y la pierna de Lorenzo Rico y perdimos los dos puntos  que era lo que hacía mantenernos en el grupo de los seis primeros. Ese tanto de Jilsen hundió a España, es el recuerdo más triste y luctuoso que tengo del balonmano.

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Rafa López, en el banquillo

P.- ¿Cuántas veces has sido internacional con la Selección Española de balonmano?

R.- Casi en noventa ocasiones, prácticamente desde 1980 hasta 1988 que me retiré, que me vine a Ciudad Real.

P.- ¿Echabas de menos Ciudad Real?

R.- No tanto eso como el hecho de que siempre había pensado que volvería a Ciudad Real en algún momento. En 1986 comencé en el Instituto Hernán Pérez del Pulgar. Me equivoqué en el concurso de traslados, puse primero Ciudad Real y después Madrid, tuve que dejar el Atlético de Madrid muy a mi pesar, porque hubiese hecho carrera en el club. Les propuse ir de jueves a domingo a Madrid pero me dijeron que no.

En el Caserío éramos un equipo entusiasmado por el balonmano y además amigos; creo que perdimos solo dos partidos en dos años

P.- Llegas al instituto de Ciudad Real y ¿tienes alguna aspiración más en lo deportivo?

R.- Lo cierto es que no, el Caserío Vigón estaba en primera división B. Sin embargo, al poco de llegar me llamó Domingo Bárcenas, entrenador del Caja Madrid, un club con mucho presupuesto y estuve dos temporadas, en las que los llevé a Copa de Europa y nos quedamos segundos en la Liga. De modo que entrenaba en Ciudad Real y los jueves me iba a Madrid. Mi familia estaba aquí, mis hijos estaban escolarizados en Ciudad Real.

Entonces lo dejé, estaba cansado de tanta ida y venida, el club no quería que me marchase ni yo lo tuve que dejar, pero coincidió con el ascenso a Primera del Caserío, me comprometí con Miguel Cobo y Luis Campos y así lo hice. En 1988 dejo todo y me vengo a jugar en Primera con el Caserío Vigón.

P.- Todo el mundo recuerda aquel día glorioso del ascenso, ¿cómo fue el periplo hasta que se consiguió?

R.- Muy duro, aunque todos estábamos entregados para conseguir este gran reto de División de Honor. Se subió al cuarto año, pero es verdad que los tres primeros años nos quedamos campeones de primera A. Fue un revulsivo para Ciudad Real, se aliaron todas las fuerzas, el equipo, la ciudadanía, las instituciones, familias, todo el mundo estaba con el Caserío. Fue así porque fuimos consiguiendo éxitos. Nos quedamos casi a un gol de subir los tres primeros años, era un equipo sobresaliente. Además, los jugadores, yo de jugador y entrenador, éramos de Ciudad Real.

P.- Como entrenador, ¿aplicaste la misma filosofía que en el Atlético de Madrid, nada de salir, nada de fiestas…?

R.- (Sonríe) Era gente muy joven, de 19 y 20 años, yo ya tenía 30 años, tenía otras miras. Pero todos, Manolo Juan, Carlos Juan, Rivas, Jero, Nicolás, Quique, César, Miguel Ángel Alcázar… éramos equipo entusiasmado por el balonmano y además amigos. La junta directiva respetaba las directrices que personalmente adoptaba como entrenador. Fíjate la importancia del equipo, repasando temporadas 1988-89-90, creo que perdimos dos partidos en dos años, lo que provocó el aluvión de gente y afición a vernos al Pabellón, la gente se entregó por completo al Caserío, las gradas estaban cubiertas de amarillo, había peñas los Fly…

P.- Me han dicho que algunas chicas tenían posters de César Manrique en su habitación, no sé si a ti te han confesado algo semejante…

R.- Yo no he tenido tanta suerte como César Manrique (sonríe).

Lo del ascenso del Caserío fue una locura y una bendición para esta ciudad, se llegaron a fletar trenes enteros repletos de aficionados 

P.- ¿Cómo fue aquella bendita locura?

R.- Te pongo un ejemplo. En la fase de ascenso se fletaban trenes enteros para ir a Teruel, donde tuvimos dos fases de promoción, y Renfe dejaba que la gente se quedara en los trenes por la noche para que no se gastase dinero. Iba lleno.

P.- ¿Cuánto tiempo permanece el Caserío en División de Honor?

R.- Estuve los cinco primeros años como entrenador, al sexto la directiva pensó que se necesitaba un cambio y lo dejé. En aquella época se dividía en dos fases, en la del Caserío nos tocaron Teucro, Pamplona, equipos muy fuertes…

Continué con mi profesión, la docencia, y con otras cosas. Mi hijo, Rafael López Hernández, estaba ya en cadete juvenil, dirigí la Escuela de Balonmano de Ciudad Real… En 1996-97, siendo ya Balonmano Ciudad Real Quesos Castilseras, su presidente, Felipe Caballero, me llama en Navidad para ser entrenador y salvar el descenso del equipo y lo conseguimos, quedando al año siguiente octavos.

Vuelvo a coger el Caserío cuando estaba a punto de bajar, pero tuvimos la suerte de que fuera para arriba. No contábamos con unos objetivos, pero sí queríamos que se afianzase el equipo en división de honor. En esta segunda etapa encuentro al equipo casi profesionalizado. De sextos pasamos a cuartos, y en cuartos cuando estábamos para ser terceros, unas navidades también, tuvimos dos grandes acontecimientos: por primera vez se juega una Copa del Rey y además conseguimos una plaza europea al quedarnos cuartos en los dos años siguientes. Fueron mis dos grandes hitos conseguidos como entrenador. Subo al equipo a división de honor y por primera vez se juega una competición de Copa del Rey, después vamos a una Copa de Europa y llegamos a la final de la Copa City. Son logros que pongo en mi prurito personal.

Mis grandes hitos de entrenador en el Caserío fue llegar a Copa del Rey y plaza europea una vez que ascendimos a División de Honor 

P.- ¿Y todo se acaba esas navidades?

R.- En diciembre de 2001 se acaba mi compromiso con el Caserío. Habían pasado 5 años y era momento de cambiar, al equipo le vino bien, se metió mucho más dinero y ya se empezó con jugadores de fuera.

P.- Hablabas de que se aprende más cuando se pierde que cuando se gana, ¿por qué?

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En primer plano, las manos de Rafa López León

R.- Sí, no te quepa la menor duda. Los errores te hacen reflexionar y analizar mucho más el porqué de las cosas. Las victorias pasan efímeras, te aplanas pero la reflexión, el estudio y el análisis de los errores te hacen que evoluciones, progreses y que intentes corregirlo.

Se aprende mucho más cuando se pierde que cuando se gana un partido, los errores te hacen reflexionar y evolucionar; las victorias pasan efímeras

P.- ¿Cómo ves actualmente a los equipos del Vestas Alarcos y Caserío en Primera División?

R.- Están intentando subir a División de Honor. El Alarcos lleva más de 5 años intentándolo, es un equipo con mayor experiencia, y el Caserío, que el año pasado subió de primera B a primera A, ha comenzado su andadura para el ascenso. Cada uno sigue una línea, tiene una forma de trabajar, unos intereses y un método, y eso es muy bueno para el balonmano, para la ciudad y para todos. Habrá gente que piense que es preferible que solo hubiese un equipo, pero la realidad es que son dos y hay que intentar apoyar a ambos. Con la tranquilidad de que a base de mucho trabajo y sacrificio se puede llegar a división de honor, no es fácil, deben ser pacientes e ir poco a poco, calculando pasos, corrigiendo deficiencias para dentro de dos o tres años ascender.

P.- ¿Qué te ha dado y qué te ha quitado el balonmano y lo mismo con tu etapa educativa?

R.- El balonmano me ha dado bienestar, tranquilidad y una gran salud mental muy grande, además de una forma de vivir, aún sigo haciéndolo. Por su parte, la educación me ha dado madurez, el saber dónde están los objetivos, concretar lo que yo quiero y el desarrollo de mi propia personalidad. Los dos han ido en conjunto, he unido deporte y educación. La combinación de ambos es perfecta para mí, deporte educativo, a través de este concepto soy capaz de llegar a la gente, sobre todo a los jóvenes, comprometiéndose mucho más.  

Me gustaría que se me recordase como una buena persona que ha pasado por la vida sin grandes enemigos; estoy escribiendo mi trayectoria, no sé si serán memorias...

P.- Hablabas de que estabas repasando momentos de tu trayectoria, ¿has pensado escribir un libro?

R.- (Risas) Estoy escribiendo, tantas horas he echado al deporte y a otras cosas que me cuesta escribir, pero estoy en ello. No sé si serán memorias o qué, pero continuaré con ello porque ahora mi tiempo lo dedico a leer y a escribir constantemente.

P.- ¿Cómo te gustaría que te recordasen?

R.- Sencillamente, como una buena persona que ha pasado por la vida sin grandes enemigos. En la vida se tienen problemas con la gente, pero si no tienes grandes enemigos, una buena persona es capaz de convivir en esta sociedad tan difícil y hacer cosas para que la gente conviva bien y mejor.

Mi hijo ha sido un gran jugador de balonmano, ha jugado 16 años en División de Honor; mi familia significa mi sueño, mi dedicación y mi entrega 

P.- El legado López lo ha continuado tu hijo, ¿también tu nieto?

R.- Mi hijo, Rafael López Hernández, ha sido un gran jugador de balonmano, ha estado 16 años en División de Honor. Tuvo una lesión y eso le mermó, podía haber llegado a la selección, pero hasta eso fue 60 veces internacional como junior y 50 y tantas como juvenil. Cuando se fue a Maristas de León tuvo una lesión en la pierna, no tuve suerte. Como en todo, en el deporte también hay que tener suerte, en mi caso no he tenido lesiones, salvo una operación de menisco.

Por su parte, mi nieto, Rafael López también, se ha hecho futbolista, es un apasionado del fútbol, y juega en los Marianistas. Personalmente me da igual el deporte que haga, el caso es que se mueva y lo utilice para su desarrollo.  

P.- Por último, te voy a decir 5 conceptos y tú debes responder con otra palabra o una frase corta, si quieres jugar.

R.-Vale, dispara.

P.- Ciudad Real R.- Mi lugar

P.- Caserío Vigón R.- Fue una pasión para mí

P.- Juan de Dios Román R.- Gran entrenador de balonmano

P.- Amistad R.- La única manera de vivir

P.- Amparo, Rafa, Marta, Samuel, Leo, Rafa y Julia  R.- Mi sueño, mi dedicación y mi entrega

RAFA LÓPEZ LEÓN, exjugador y exentrenador de balonmano: “Los Ángeles 1984 es el...